¿Por qué me estoy desconectando de las redes?
Llevo un tiempo dándole vueltas a por qué cada vez abro menos Mastodon o Bluesky. Al principio pensé que era un bajón de motivación, pero no. Es algo más profundo: estoy hasta (la polla) el gorro. No de las redes en sí, sino de lo que reflejan. Y no es un problema de las plataformas, sino de lo que somos (o dejamos de ser) cuando estamos ahí.
Hace unos años, las redes sociales me parecían un espacio para compartir ideas, aprender y, sobre todo, conectar. Pero ahora solo veo fragmentación, ruido y gilipolleces. Gente discutiendo por tonterías, tribus enfadadas por cualquier cosa, y un montón de gente más preocupada por lo que piensan los demás que por mirarse su propio ombligo. Y lo peor no es el ruido, sino que ese ruido nos distrae de lo que de verdad importa: nuestros problemas, nuestros proyectos, nuestra gente.
No es que las redes sean malas. El problema es que se han convertido en un espejo de lo que pasa fuera: una sociedad obsesionada con señalar, con tener razón, con el postureo. Y yo, la verdad, ya no tengo energía para eso. Prefiero invertir mi tiempo en cosas que me sumen, no en debates estériles o en ver cómo el mundo se enreda en discusiones que no llevan a ningún sitio.
¿Que me pierdo cosas? Seguro. Pero también gano: menos estrés, menos frustración y más tiempo para lo que realmente me importa. Si algo es importante, ya me enteraré. Si no, pues no pasa nada.
No digo que me vaya a desconectar del todo. Sigo ahí, pero desde la distancia, sin la obsesión de antes. Porque al final, las redes deberían ser una herramienta, no un agujero negro que te chupa el tiempo y la paciencia.
Y a ti, ¿te ha pasado?
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